Anhelo

Veía la gota de agua cayendo en la tina, ¿por qué nunca arreglé esa gotera? 
Pero ya era muy tarde para pensar en trivialidades.

Abrí la ventana, divisé el cielo nublado y gris, saqué la mano, un par de gotas me rozaron, - ¡qué delicia! pensé, sabía que hoy iba a morir. Las gotas seguían creciendo, la lluvia se hacía abundante, el olor a humedad, y la ansiedad me invadió.

Volví a la tina sin cerrar la ventana, abrí el grifo hasta que no dio más, y dejé que se llenara de agua, la lluvia se colaba por la ventana y mojaba parte de la habitación, yo estaba desnuda, no necesitaba ropa para esta misión, estaba pautado para hoy, seguía escuchando la gotera, apagué el grifo, la tina estaba llena, tenté el agua con mi pie derecho y después fui entrando parte por parte, dándole tiempo a cada una para acostumbrarse a la temperatura, comencé a escuchar esa canción en mi cabeza, sabía que ya había empezado, me hundo lentamente hacia lo profundo, dicen que en los últimos momentos, recuerdas los mejor de tu vida, eso a mi nunca me iba a pasar, jamás los he tenido, solo pensaba en la muerte, quiero conocerla, me sumerjo y resisto, pero en el momento en que inhalo agua salgo tosiendo y jadeando.

- ¡Maldita sea!, da igual, ya casi es la hora, no me debo exasperar.

Puntual con las manecillas del reloj escucho la puerta abrirse y cerrarse cautelosamente, los pasos en el corredor me hacen pensar de nuevo en la lluvia recorriendo mi piel y me erizo, llega hasta la puerta y la abre lentamente, no me volteo no hace falta.

- Empezaste sin mí.

Dice, y no noto emoción alguna, no respondo, no quiero arruinar el momento con mis palabras, se quita la chaqueta y los zapatos, luego los calcetines y después la camisa, finalmente los pantalones y luego su ropa interior, no lo veo, pero ya conozco el ritual, no es la primera vez que lo he presenciado, solo que de momento es desde otra perspectiva, ahora no solo escucho la gotera del techo, también las gotas que recorren mi pelo hasta el piso, una tras otra.

- ¿Me extrañaste? De verdad, gracias por todo esto.

Me susurra en el oído, y siento mi piel arder, me muerdo los labios para no responder, y siento sus duras manos en mis hombros, mis ojos siguen cerrados, pero nada ha cambiado y lo sigo con sus pasos, ahora se ha arrodillado detrás de mí, acaricia mi pelo largo y comienza a enrollarlo en su palma, ya me tiene completamente sujeta, respiro hondo, y sin despegar los labios se me escapa una pequeña y leve sonrisa.

- Te amo… te amo por esto… vuelve a susurrar...

Estoy sumergida nuevamente, intento no luchar, no hay necesidad, mi cuerpo se tensa y mis sentidos se nublan, vuelven estos impulsos incontrolables, quiero salir de nuevo, pero me detiene, me empuja hacia abajo, más hacia el fondo, no me puedo contener, comienzo a agitar mis pies y brazos, abro los ojos y veo su rostro, veo su sonrisa, veo sus labios moverse, estoy perdiendo fuerza, está diciendo algo pero no puedo escuchar, ahora todo se está oscureciendo más y más, me concentro en su rostro, ¿qué era lo que quería? me es difícil recordar, vuelve a hablar y leo sus labios:

- Nos…. ve...mos… en… el… edén…

Un grito se ahoga en mi garganta, al igual que todos mis demás sentidos, pero no quiero… no quiero cerrar mis ojos, quiero verlo, quiero verlo, quiero verlo, no me quiero ir sin él, pero es un privilegio, me ha sido otorgado, es su deseo que sea libre, que sea feliz, que deje esta vida y cuerpo mundanos...

Yo siempre voy a hacer lo que desees, lo que pidas, lo que exijas, hasta que la muerte nos separe habíamos jurado, y ahora no era la muerte que nos separaba... en estos momentos... eras tú...

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