Añoranza

El viento me abrazaba, el día era espectacular, las tenues ráfagas del sol, me abrigaban el cuerpo y el rostro, la brisa movía la hierba y las hojas del único árbol que había en el patio, cerré los ojos y respiré hondo, inhala, exhala, uau, qué día, las hojas secas bailaban la danza de los soplos, el cielo era de un azul brillante y las nubes formaban figuras irreconocibles, escuchaba el llanto de un ave solitaria muy cerca, las abejas zumbaban, y pude ver una mariposa con las alas blancas y pequeñas manchas negras, había dejado mi libro de lado para apreciarlo todo, el hielo de mi bebida ya estaba empezando a ceder.

Llegó otra ráfaga y esta te hizo bailar tu hermoso pelo blanco rizado, me hubiera gustado acariciarlo, pero estabas tumbado disfrutando del sol y lo demás, tanto como yo, no quise interrumpir llamándote, de vez en cuando cerrabas los ojos por más tiempo de lo habitual y te dejabas llevar, yo te contemplaba con regocijo, no pude evitar una sonrisa, los espacios abiertos te encantaban, y también las aventuras.

Recuerdo la vez en la que tuve que salir, te dejé, ya que volvería, y a medio camino me di cuenta que venías corriendo detrás de mí para alcanzarme, que sorprendida estaba, de inmediato me detuve y te recogí en mis brazos, desde ese día, decidí que siempre iría contigo, entonces te llamé, volteaste y me miraste, yo sonreí, y después seguiste en lo tuyo, cada uno necesita su tiempo, tú me hiciste aprender eso.

Cuando te conocí, la comida siempre había sido un problema, odiabas que te molestaran o que intercedieran, yo fui gentil, y te di cada bocado como si fueras un bebé, después no querías comer de otra forma, no me importaba, yo siempre iba a estar para ti y para cuidarte, en ti tenía un confidente, demasiado intuitivo, cuando estaba triste te acercabas y a pesar de mi renuencia, no te apartabas, y cuando lloraba, me podía desahogar contigo y siempre me escuchabas, aunque no dijeras una palabra, pero siempre escuchabas, abrí los ojos y me di cuenta que había dormitado, te busqué por todos lados.

¿Dónde estabas? Sentí un vuelco en mi corazón... me levanté y busqué por cada rincón... ya te habías esfumado, y aunque sentía un nudo en el pecho, di gracias, muchas gracias porque tuve la oportunidad de verte de nuevo, te extraño tanto y nunca he dejado de hacerlo, te fuiste muy pronto de mi lado, espero que dónde estés, estés bien y sepas que tú siempre estás en mi ser y en mi mente, te echo de menos con locura, pienso en ti a cada momento, y en algunas ocasiones me imagino lo que harías, o, si estuvieras tumbado bajo mi cama, o sacudiendote después del baño, o acostado en el suelo junto a mi, no puedo evitar lagrimear, y ojalá a mi lado pudieras para toda la vida estar. 


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