Espectro

Te miré, y después me miraste... - hola, susurré.

Me sonreíste...

Tus cálidos ojos me embargaron...

Me comencé a acercar, quería sentirte...

Toqué tu mano... pero no sentí nada.

Era como tentar… la soledad; la tristeza; y la desolación.

Te habías esfumado... y yo me convertí en un cuerpo señero.

***

¿No existías? ¿No exististe?

***

¿Dónde...?

***

Miré a mi alrededor... ahí estabas de nuevo... lo sabía, no había forma de que no existieras, tan radiante y sonriente como recordaba...

Me llamaste... movías tus manos para que me apresurara a alcanzarte.

Mi cuerpo se sentía pesado… tú estabas tranquilo, así que no me turbé… poco a poco comencé a sentirme más liviana, más ligera, más leve... y corrí hacia ti, me resguardé en tus brazos.

Lloré de alegría, estabas conmigo otra vez, y ya no me iba a alejar de ti... me asfixiaba tu abrazo, pero no importaba, yo era tuya y... tú... solo eras para mí.

Pude ver una silueta en el banco donde había estado, ¿quién? Una mujer… Está… está inmóvil, no noto ni siquiera movimiento… de que… de que por lo menos respira…

Olvido tu abrazo y me apresuro a alcanzarla, se ve muy joven y debe estar asustada…

Pero me tomaste del brazo, me volviste hacia ti, y susurraste: - No te preocupes... ya estamos juntos... y no volverás a sentir frío nunca más...

Me volví hacia ti, ahora pálido y sin brío, comenzaste a balbucear, tu voz ya no era grata, era escabrosa, morbosa y horrible, tus labios lívidos... volví la mirada y ahora estaba claro, ya no era nadie, ya no era nada, fui yo.

Me tendiste la mano…

…la tomé…

…y

comenzamos a alejarnos.

Adentrarnos en la oscuridad.

En el frío.

En el tenebroso.

Umbrío… negro.


Pero.

Juntos.

Para.

Siempre...


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